Yo, El Lápiz (I, Pencil - Traducción al español)


Traducción por: Daniel Buenrostro Zavala

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Yo, El Lápiz (PDF)


Introducción

POR LAWRENCE W. REED


Elocuente. Extraordinario. Intemporal. Cambiador de paradigmas. Clásico. Seis décadas después de que apareció por primera vez, “Yo, El Lápiz” de Leonard Read continúa evocando esos adjetivos de elogio. Con razón pues este pequeño ensayo abre ojos y mentes entre personas de todas las edades. Muchos de quienes lo leen por primera vez no vuelven a ver el mundo igual.

Las ideas son más poderosas cuando están envueltas en una historia convincente. El punto principal de Leonard: Las economías difícilmente pueden ser “planificadas” cuando ningún alma posee todo el know-how[1] y las habilidades para producir un simple lápiz (en las palabras del lápiz mismo). 

Leonard podría haber escrito "Yo, El Auto" o "Yo, El Avión", pero elegir esos elementos más complejos habría silenciado el mensaje. Ninguna persona (nadie, no importa cuán inteligente o cuántos grados sigan su nombre) podría crear desde cero un pequeño y cotidiano lápiz, y mucho menos un automóvil o un avión. 

Este es un mensaje que humilla al grande y poderoso. Poncha los inflados egos de aquellos que piensan que saben como ocuparse de los asuntos de todos los demás. Explica en lenguaje sencillo por qué la planificación central es un ejercicio de arrogancia y futilidad, o lo que el premio Nobel y economista austríaco F. Hayek acertadamente denominó "la pretensión de conocimiento". 

De hecho, una gran influencia sobre el pensamiento de Read a este respecto fue el famoso articulo de Hayek de 1945, “The Use of Knowledge in Society” [2]. Al demoler los falsos reclamos de los socialistas de la época, Hayek escribió, “No se discute si la planificación debe o no realizarse, sino si ha de hacerse centralizadamente para todo el sistema económico a través de una única autoridad o si debe dividirse entre una pluralidad de individuos”. 

Se dice que Maximilien Robespierre bendijo a la horrible Revolución Francesa con esta declaración escalofriante: " On ne saurait pas faire une omelette sans casser des oeufs." Traducción: "Uno no puede esperar hacer una tortilla sin romper huevos". 

Consumado estatista que trabajó incansablemente para planificar la vida de los demás, se convertiría en el arquitecto de la fase más sangrienta de la Revolución: el Reino del Terror de 1793-1794. 

Robespierre y su guillotina rompieron los huevos por miles en un esfuerzo vano por imponer una sociedad utópica con los planificadores del gobierno en la parte superior y todos los demás en la parte inferior. Esa experiencia francesa es solo un ejemplo en un patrón inquietantemente familiar. Llámalos como desees (socialistas, intervencionistas, colectivistas, estatistas) la historia está plagada de sus presuntuosos planes para reordenar la sociedad a fin de adaptarla a su visión del bien común, planes que siempre fallan cuando matan o empobrecen a otras personas en el proceso. Si el socialismo alguna vez gana un epitafio final, será este: Aquí yace un artilugio diseñado por los sabelotodo que rompió los huevos, pero nunca, nunca creó un omelet. 

Ninguno de los Robespierres del mundo sabía cómo hacer un lápiz, pero querían rehacer sociedades enteras. ¡Qué absolutamente absurdo y tristemente trágico! Pero echaremos de menos una gran implicación del mensaje de Leonard Read si suponemos que apunta únicamente a los tiranos cuyos nombres todos conocemos. La lección de "Yo, El Lápiz" no es que el error comience cuando los planificadores planean a lo grande. Comienza en el momento en que uno echa a un lado la humildad, asume que sabe lo incognoscible y emplea la fuerza del Estado contra individuos pacíficos. Eso no es solo una enfermedad nacional. Puede ser muy local de hecho. 

En nuestro medio hay personas que piensan que, si tuvieran el poder del gobierno de su lado, podrían elegir los ganadores y perdedores de mañana en el mercado, establecer precios o rentas donde deberían estar, decidir qué formas de energía deberían impulsar nuestros hogares y automóviles y elegir qué industrias deberían sobrevivir y cuáles deberían morir. Deberían detenerse por unos momentos y aprender un poco de humildad de un humildemente escrito instrumento. 

Mientras que “Yo, El Lápiz” elimina las infundadas expectativas para la planificación central, proporciona una perspectiva supremamente edificante del individuo. Guiados por la "mano invisible" de precios, propiedad, ganancias e incentivos de Adam Smith, las personas libres logran milagros económicos con los cuales los teóricos socialistas solo pueden soñar. A medida que los intereses de innumerables personas de todo el mundo convergen para producir lápices sin una sola "mente maestra", también se reúnen en mercados libres para alimentar, vestir, alojar, educar y entretener a cientos de millones de personas a niveles cada vez mayores. 

Con gran orgullo, FEE publica esta nueva edición de “Yo, El Lápiz” para señalar el mensaje atemporal del ensayo para una nueva generación. Algún día habrá una edición centenaria, tal vez incluso una milenaria. Este ensayo es verdaderamente para todas las épocas.



- Lawrence W. Reed 

presidente, FEE 
Atlanta, Georgia 
mayo de 2015

Yo, El Lápiz 
Mi árbol familiar tal y como fue contado a Leonard Read

Soy un lápiz, el ordinario lápiz de madera, familiar para todos los niños, niñas y adultos que saben leer y escribir. 

Escribir es mi vocación y mi distracción; eso es todo lo que hago. 

Puede preguntarse por qué debería escribir una genealogía. Bueno, para empezar, mi historia es interesante. Y, a continuación, soy un misterio, más que un árbol o una puesta de sol o incluso un relámpago. Pero, lamentablemente, los que me usan me dan por hecho como si fuera un mero incidente sin antecedentes. Esta actitud arrogante me relega al nivel de lo cotidiano. Esta es una especie del error grave en el cual la humanidad no puede persistir demasiado tiempo sin peligro. Porque, el sabio G. K. Chesterton observó: "Estamos pereciendo por falta de asombro, no por falta de maravillas". 

Yo, El Lápiz, aunque parezca sencillo, merezco su asombro y admiración, una afirmación que trataré de probar. De hecho, si puedes entenderme, no, eso es pedir demasiado a alguien, si puedes tomar conciencia del milagro que simbolizo, puedes ayudar a salvar la libertad que la humanidad está infelizmente perdiendo. Tengo una lección profunda para enseñar. Y puedo enseñar esta lección mejor que un automóvil o un avión o un lavavajillas mecánico porque, bueno, porque aparentemente soy tan sencillo. 

¿Sencillo? Sin embargo, ni una sola persona en la faz de la tierra sabe cómo hacerme. Esto suena fantástico, ¿no? Especialmente cuando se sabe que cada año se producen alrededor de mil quinientos millones de mi especie en los Estados Unidos. 

Recógeme y búscame. ¿Que ves? No hay mucho que ver, hay algo de madera, esmalte, etiquetas impresas, plomo de grafito, un poco de metal y una goma de borrar.


INNUMERABLES ANTECEDENTES


Así como no puede usted seguirle la pista a su árbol familiar desde muy atrás, así es imposible para mí nombrar y explicar todos mis antecedentes. Pero me gustaría sugerir suficientes de ellos para impresionarles con la riqueza y la complejidad de mi trasfondo.
Mi árbol familiar empieza con lo que de hecho es un árbol, un cedro de espiga recta que crece en el norte de California y Oregón. Ahora, contemple todas las sierras, los camiones, las cuerdas y los innumerables otros implementos utilizados para cosechar y llevar los troncos de cedro hasta el ferrocarril. Piense en todas las personas y en las innumerables habilidades que entraron en su fabricación: la extracción de mineral, la fabricación de acero y su refinamiento en sierras, hachas, motores; el cultivo de cáñamo y llevarlo a través de todas las etapas hasta hacer una cuerda pesada y fuerte; los campamentos madereros con sus camas y comedores, la cocina y la preparación de todas las comidas. ¡Vaya, los incontables miles de personas que participaron en cada taza de café que beben los leñadores! 

Los troncos son transportados hacia un aserradero en San Leandro, California. ¿Pueden ustedes imaginar a todos aquellos individuos que participan en la fabricación de los vagones, los rieles, los motores del ferrocarril y en la instalación de los sistemas de comunicación? Esas legiones de personas están entre mis antecedentes. 

Considere el trabajo en el aserradero en San Leandro. Los troncos de cedro son cortados en pequeñas tablillas del ancho de un lápiz de menos de un cuarto de pulgada de grosor. Estas son secadas en hornos y luego teñidas por la misma razón por la cual las mujeres ponen colorete en sus rostros: la gente prefiere que luzca bonito, no de un pálido color blanco. Las tablillas son enceradas y secadas nuevamente al horno. ¿Cuántas destrezas fueron necesarias para hacer el tinte y los hornos, para suplir el calor, la luz y el poder, las correas, los motores y todas las otras cosas que requiere un aserradero? ¿Hay barrenderos del aserradero entre mis ancestros? ¡Claro, e incluidos están los hombres que vaciaron el concreto para la represa hidroeléctrica de la Compañía de Gas y Energía Eléctrica del Pacífico que suple de energía al aserradero! 

Tampoco pasen por alto a aquellos ancestros presentes y distantes que han participado del transporte de sesenta vagones de carga con planchas de madera a lo largo del país. 

Una vez en la fábrica de lápices (u$s 4’000,000 en maquinarias y edificios, todo capital acumulado por frugales y ahorrativos parientes míos) sobre cada lamina se trazan ocho surcos mediante una compleja máquina, después de lo cual otra máquina coloca una punta en cada una, aplica pegamento y ubica otra lámina sobre ella, formando una especie de sándwich. Entonces, siete hermanos y yo somos tallados mecánicamente de este sándwich "de madera". 

Mi punta en sí misma es compleja. El grafito es extraído de Ceylán [Sri Lanka]. Tengan presente a los mineros y a todos aquellos que produjeron sus diversas herramientas y a los que elaboraron los sacos en las cuales el grafito es transportado y a quienes fabricaron las cuerdas con las cuales se atan los sacos y a aquellos que las cargaron en los barcos y a los que fabricaron esos barcos. Inclusive los encargados de faro a lo largo del camino y los operarios de puerto participaron de mi nacimiento. 

El grafito es mezclado con arcilla proveniente de Mississippi en la cual hidróxido de amonio es utilizado en el proceso de refinado. Posteriormente, agentes humectantes son añadidos, tales como sebo sulfurado, que es grasa animal químicamente tratada con ácido sulfúrico. Luego de pasar por numerosas máquinas, la mezcla finalmente luce como salida de una picadora de carne, y pasan a ser cortadas a medida, secadas y horneadas por varias horas a una temperatura de 1.850 grados Fahrenheit. Para aumentar su resistencia y suavidad, las puntas son tratadas con una mezcla caliente que incluye cera proveniente de México, parafina y grasas naturales hidrogenadas. 

La madera de cedro recibe seis capas de esmalte. ¿Conoce usted todos los ingredientes del esmalte? ¿Quién pensaría que los cultivadores de ricino y que los refinadores del aceite de ricino forman parte de él? Y lo son. 

Observe la etiqueta. Esa película se forma aplicándole calor a una combinación de carbón negro con resinas. ¿Cómo se producen las resinas y qué queremos decir con "carbón negro"? ¡Porque, incluso los procesos mediante los cuales el esmalte se hace de un hermoso color amarillo implican las habilidades de más personas de las que uno puede enumerar! 

Mi pedazo de metal, la contera, es latón. Piensa en todas las personas que extraen zinc y cobre y aquellos que tienen la habilidad de fabricar láminas de latón brillante a partir de estos productos de la naturaleza. Esos anillos negros en mi virola son de níquel negro. ¿Qué es el níquel negro y cómo se aplica? La historia completa de por qué el centro de mi contera no tiene níquel negro en ella tomaría páginas para explicar. 

Luego está mi corona de gloria, a la que se hace referencia, de manera poco elegante, en el comercio como "la goma" la parte que el hombre usa para borrar los errores que hace conmigo. Un ingrediente llamado "facticio" es el que lleva a cabo el borrado. Es un producto parecido al caucho hecho de la reacción entre el aceite de una planta parecida a la mostaza proveniente de las Indias Orientales Holandesas con cloruro de azufre. El caucho, contrario a la noción común, es solamente para propósitos de unión. Luego también están los numerosos agentes vulcanizadores y aceleradores. La piedra pómez proviene de Italia; y el pigmento que le da a "la goma" su color es sulfuro de cadmio.

NADIE LO SABE

¿Quiere alguien desafiar mi temprana afirmación de que ninguna persona en la faz de la tierra sabe cómo hacerme? 

En realidad, millones de seres humanos han participado en mi creación, ninguno de los cuales sabe más que realmente muy poco de los otros. Ahora, puedes decir que voy demasiado lejos al relacionar el creador de una baya de café en el lejano Brasil y los productores de alimentos en otro lugar con mi creación; que esta es una posición extrema. Respaldaré mi reclamo. No hay una sola persona en todos estos millones, incluido el presidente de la empresa de lápices, que contribuya con algo más que un poco, infinitesimal know-how. Desde el punto de vista del know-how, la única diferencia entre el minero de grafito en Ceilán y el maderero en Oregón radica en el tipo de know-how. Ni el minero ni el maderero son prescindibles, como tampoco lo es el químico de la fábrica o el obrero en el campo petrolífero (ya que la parafina es un subproducto del petróleo). 

He aquí un hecho sorprendente: ni el obrero en el campo petrolífero ni el químico ni el minero de grafito o arcilla, ni quien hace los barcos, trenes o camiones, ni quien maneja la máquina que hace el moleteado en mi trozo de metal ni el presidente de la empresa realiza su tarea singular porque quiere un lápiz. Cada uno me quiere menos, tal vez, que un niño en primer grado. De hecho, hay algunos entre esta vasta multitud que nunca vieron un lápiz ni sabrían cómo usarlo. Su motivación es distinta. Tal vez sea algo como esto: cada uno de estos millones ve que puede intercambiar sus pequeños know-how por los bienes y servicios que necesita o desea. Y yo puedo o no estar entre esos elementos.



NINGUNA MENTE MAESTRA


Hay un hecho aún más asombroso: la ausencia de una mente maestra, de alguien dictando o dirigiendo a la fuerza estas innumerables acciones que me dan vida. No se puede encontrar rastro de tal persona. En cambio, encontramos a la Mano Invisible en acción. Este es el misterio al que me referí anteriormente. 

Se ha dicho que "solo Dios puede hacer un árbol". ¿Por qué estamos de acuerdo con esto? ¿No es porque nos damos cuenta de que nosotros mismos no podríamos hacer uno? De hecho, ¿podemos siquiera describir un árbol? No podemos, excepto en términos superficiales. Podemos decir, por ejemplo, que cierta configuración molecular se manifiesta como un árbol. Pero, ¿qué mente existente entre los hombres puede al menos describirr, no digamos ya dirigir, los constantes cambios en las moléculas que ocurren en la vida de un árbol? ¡Tal hazaña es completamente impensable! 

Yo, El Lápiz, soy una combinación compleja de milagros: un árbol, zinc, cobre, grafito, etc. Pero a estos milagros que se manifiestan en la Naturaleza se ha agregado un milagro aún más extraordinario: la configuración de las energías humanas creativas: millones de pequeños know-how que se configuran de forma natural y espontánea en respuesta a la necesidad y el deseo humano, ¡y en ausencia de un cerebro humano! Como solo Dios puede hacer un árbol, insisto en que solo Dios podría hacerme. El hombre no puede dirigir estos millones de conocimientos técnicos para que yo nazca, así como no puede unir moléculas para crear un árbol. 

Lo que quise decir al escribir lo anterior es: "Si puedes tomar conciencia del milagro que simbolizo, puedes ayudar a salvar la libertad que la humanidad está infelizmente perdiendo". Porque, si uno sabe que estos know-how naturalmente, sí, automáticamente, se organizan en patrones creativos y productivos en respuesta a la necesidad y demanda humana, es decir, en ausencia de un gobierno maestro o cualquier otro tipo de dominación coercitiva, entonces uno poseerá un ingrediente absolutamente esencial para la libertad: una fe en las personas libres. La libertad es imposible sin esta fe. 

Una vez que el gobierno ha tenido el monopolio de una actividad creativa como, por ejemplo, la entrega de los correos, la mayoría de las personas creerán que los correos no pueden ser entregados de manera eficiente por hombres que actúen libremente. Y esta es la razón: cada uno reconoce que él mismo no sabe cómo hacer todas las cosas relacionadas con la entrega del correo. También reconoce que ningún otro individuo podría hacerlo. Estas suposiciones son correctas. Ninguna persona posee suficientes conocimientos para realizar el envío de correos de una nación como tampoco cualquier individuo posee suficientes conocimientos para hacer un lápiz. Ahora, en la ausencia de fe en las personas libres -en el desconocimiento de que millones de pequeños conocimientos técnicos se formarían y cooperarían naturalmente y milagrosamente para satisfacer esta necesidad- el individuo no puede evitar llegar a la conclusión errónea de que el correo solo puede ser entregado por una "mente maestra" en el gobierno. 

ABUNDANCIA DE TESTIMONIOS

Si yo, El Lápiz, fuera el único elemento que pudiera ofrecer testimonio sobre lo que hombres y mujeres pueden lograr cuando son libres de intentarlo, entonces aquellos con poca fe tendrían un buen argumento, sin embargo, hay abundancia de testimonio; se hallan por todas partes a nuestro alrededor y en cada rincón. La entrega de correo es extremadamente simple cuando se compara, por ejemplo, con la fabricación de un automóvil o una máquina de calcular o una cosechadora de granos o una fresadora o con decenas de miles de otras cosas. ¿La entrega de la correspondencia? ¡Y vaya! En esta área donde los hombres han sido dejados libres para intentarlo distribuyen la voz humana alrededor del mundo en menos de un segundo; distribuyen un evento de manera visual y en movimiento en el hogar de cualquier persona cuando el evento está sucediendo; distribuyen 150 pasajeros de Seattle a Baltimore en menos de cuatro horas; entregan gas desde Texas poniéndolo al alcance de uno o en un horno en Nueva York a tasas increíblemente bajas y sin subsidio; distribuyen enormes cantidades de petróleo desde el Golfo Pérsico hasta nuestra costa litoral en el Este (un recorrido de medio mundo) por menos dinero que lo que cobra el gobierno por entregar una carta de una onza al frente de la calle. 

La lección que tengo que te enseño es esta: desinhiban todas las energías creativas. Simplemente organice la sociedad para actuar en armonía con esta lección. Permita que el aparato legal de la sociedad elimine todos los obstáculos lo mejor que pueda. Permita que estos creativos know-how fluyan libremente. Ten fe en que hombres y mujeres libres responderán a la Mano Invisible. Esta fe será confirmada. Yo, El Lápiz, tan simple como aparento ser, ofrezco el milagro de mi creación como testimonio de que esta es una fe práctica, tan práctica como el sol, la lluvia, un árbol de cedro y la buena tierra.
 
REFLEXIONES FINALES

Por Donald J. Boudreaux

Existen dos clases de pensamiento: el simplista y el sutil. Los pensadores simplistas, no logran comprender cómo ordenes complejas y socialmente útiles, puedan tener otro origen que no sea una concienzuda planificación realizada por una mente decidida. Los pensadores sutiles, por el contrario, entienden que las acciones individuales ocurren a menudo, dentro de parámetros que alientan a las personas a coordinar sus acciones unas con las otras, de manera independiente a cualquier plan general. F.A. Hayek denominó a tal coordinación, no planeada pero armoniosa, "orden espontáneo". 

Lo que caracteriza a una mente sutil, no es solamente su habilidad para sostener la existencia de ordenes espontáneas, sino también la de comprender que todo intento consciente por mejorar o emular estas órdenes, está condenado al fracaso. ¿Por qué? pregunta el pensador simplista. "¿Cómo puede el azar emitir una orden compleja, mejor de lo que una mente consciente puede concebir e implementar? En respuesta a este interrogante, un pensador sutil destaca que las ordenes espontáneas no provienen de la casualidad, sino que los continuos ajustes realizados por cada individuo dentro de ordenes espontáneas, siguen una lógica muy estricta -la lógica de la mutua conveniencia. A ello se debe que ningún planificador central puede conocer todos los detalles que hacen a la situación particular de cada persona, ningún planificador central sabe cuál es la mejor manera de acomodar cada una de las acciones de cada uno de los individuos con aquellas correspondientes a multitudes de otros individuos. 

En el siglo dieciocho, un puñado de académicos - entre los que se destacaban David Hume y Adam Smith - desarrollaron una sutil comprensión de como los derechos de propiedad privada incentivan a los productores y consumidores a actuar de manera mutuamente beneficiosa. Las fuerzas del orden espontáneo fueron de este modo descubiertas, y con este hallazgo comenzó a desarrollarse la economía moderna. Durante los dos siglos posteriores, la ciencia económica obtuvo grandes éxitos procurarnos entendimiento, ya no solamente respecto de la industria y del comercio, sino de la sociedad en sí misma. La moderna economía - es decir aquella que explora el surgimiento de ordenes espontáneas - resulta una medicina contra la idea simplista que sostiene que la consciente dirección del estado puede prevalecer por encima de un esquema compuesto de concesiones reciprocas, que las personas efectúan dentro de un sistema que proteja los derechos de propiedad privada. 

Pero entender la moderna economía, precisa de cierto esfuerzo - de la misma manera que lo requiere el librarse de una mente simplista. No sorprende entonces, que aquellos economistas que más contribuyeron a difundir la comprensión de esta disciplina, fueran claros y vívidos escritores, hábiles utilizando analogías y referencias a situaciones cotidianas, a fin de aceitar la transición de las mentes desde un pensamiento superficial hacia sutiles y arraigados conceptos. Los mejores escritores económicos, hacen exclamar a quienes alguna vez fueron pensadores simplistas “¡Aha! ¡Ahora comprendo!”. Hábilmente guiada, una mente simplista se tornará sutil. 

Por su extremadamente diáfano poder para desplegar, en tan solo unas pocas páginas, el hecho prodigioso de que los mercados libres coordinan exitosamente las acciones de, literalmente millones de personas alrededor del mundo, dentro de un todo productivo, nada que se haya escrito en materia económica se compara con el celebrado ensayo de Leonard Read "Yo, El Lápiz". 

Su fuerza deriva de la descripción que Read efectúa de tan prosaico artículo y de la innegable, contundente y espectacular conclusión a la que arriba: el producir un simple lápiz, involucra el conocimiento de incontables individuos. 

Ningún advenedizo a la economía que lea "Yo, El lápiz" caerá en la idea simplista acerca de la superioridad de la planificación centralizada o de una regulación profunda. Si pudiera escoger un ensayo o libro que todos en el mundo debería leer, sin vacilar elegiría "Yo, El Lápiz". Entre estos lectores, las simplistas nociones acerca de la economía, serán transformadas de manera permanente en un nuevo y vastamente más sutil - y correcto - entendimiento. 

-Donald J. Boudreaux 
The Foundation for Economic Education (FEE) 
abril de 1998




[1] Se define “know how” como el saber hacer. El término es utilizado para referirse a la información y a la experiencia que los individuos o las empresas. Este conocimiento a menudo es conocimiento tácito, lo que significa que es difícil transferirlo a otra persona al escribirlo o verbalizarlo.
[2]El Uso del Conocimiento en la Sociedad”. Hay traducciones del texto disponibles en línea. Por ejemplo: http://www.reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_080_12.pdf

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